Foto: Montañas del Norte del Cauca CORE-Ángela Gómez
Kyle Johnson
22 de marzo de 2024
El presidente ordenó la suspensión del cese bilateral al fuego con el comúnmente llamado Estado Mayor Central (“EMC”) en Valle del Cauca, Cauca y Nariño después del ataque atroz y violatorio del Derecho Internacional Humanitario (DIH) cometido por parte del Frente Dagoberto Ramos contra miembros de la comunidad Nasa en Toribío, Cauca, en el que murió la comunera Carmelina Yule -una lideresa indígena importante. Argumentó que el Bloque Occidental Jacobo Arenas de este grupo armado nunca ha tenido una voluntad real de paz.
Después del atentado, mantener el cese sin reacción alguna del gobierno era políticamente inviable. La brutalidad del hecho, los videos que se movían en redes que lo registraban y el apoyo considerable dentro de una buena parte de la sociedad colombiana a los indígenas, causó un rechazo inmediato que Petro no podía ignorar.
Es la segunda vez que se suspende parcialmente el cese con el “EMC”. La primera vez fue en mayo del 2023 en Putumayo, Caquetá, Meta y Guaviare, después del asesinato de indígenas que habían sido reclutados días antes.
El “EMC” aún no se ha pronunciado oficialmente. Cuando básicamente ocurrieron los hechos ‘Andrey’, del Frente 33, y ‘Calarcá’, del Bloque Jorge Suárez Briceño estuvieron en Cauca para verse con Andrés Patiño, el comandante máximo del Bloque Occidental Jacobo Arenas. Este último, a diferencia de los otros comandantes de bloque – ‘Jhon Mechas’, ‘Calarcá’ y ‘Willy Romero’–, no es asesor en el proceso de negociación.
Cabe señalar que ‘Mechas’ no ha podido participar porque no se ha levantado su orden de captura, y ‘Willy Romero’ es comandante de un comando conjunto entre Casanare y Arauca. Al parecer, hay molestias en el equipo negociador por el actuar del Bloque liderado por ‘Patiño’.
El hecho de que el cese haya sido suspendido en el lugar en el que están las unidades más activas militarmente, económicamente fuertes y que tienen alrededor del 50% de todos los miembros del “EMC” ocasiona que haya grandes preguntas sobre qué se puede esperar en estos tres departamentos en los días y meses que vienen. Cómo responderá la disidencia y la relación interna entre este bloque y el resto de la organización serán factores decisivos.
Presento aquí algunos escenarios.
Este bloque es el resultado de una reorganización que el “EMC” logró darle a varias unidades disidentes y rearmadas en el Cauca, desde el 2020. Con el envío de ‘Jhonnier’, diferentes frentes existentes se unieron bajo el nombre del “Comando Coordinador del Occidente” –entre ellos, el Dagoberto Ramos que, en ese momento, era una columna móvil.
‘Jhonnier’ organizó estas unidades antes de su muerte en enero del 2022, pero igual tenían bastante autonomía en su actuar económico, militar y político, algo que existe aún hoy en día bajo la comandancia de ‘Andrés Patiño’. El Bloque Occidental cuenta con seis frentes y tres columnas móviles:
Unidad | Comandante |
Bloque Occidental Jacobo Arenas | Andrés Patiño |
Frente Jaime Martínez | Marlon |
Frente Carlos Patiño | Kevin (Andrés Patiño tiene mucha influencia) |
Frente 30 – Rafael Aguilera | Mahecha |
Frente Ismael Ruíz | Capotillo* |
Frente Franco Benavides | Esteban González – Don Mata |
Frente Dagoberto Ramos | David Arenas |
Columna Móvil Urías Rondón | Gerson* |
Columna Móvil Alan Rodríguez | Wilmer Castillo |
Columna Adán Izquierdo | Eiber Salazar |
Las relaciones de cada unidad con las economías ilegales –bien sea el tráfico de pasta de coca, cocaína y marihuana; la minería ilegal; y la extorsión– son muy estrechas y les significan ingresos impresionantes. Las disputas en las que han estado involucrados los diferentes frentes y columnas han sido notorias, con grandes costos humanitarios y han durado por años sin parar.
La gobernanza ha girado alrededor de la violencia tan brutal que usan para hacer cumplir sus reglas –incluyendo el asesinato de líderes locales–, igual que la dependencia económica.
Internamente, el Bloque sufre de varios problemas. En primer lugar, aunque las órdenes bajan en la estructura, la información para saber si están cumpliendo frecuentemente no sube. Es decir, un comandante puede darles una orden a sus subalternos, pero la probabilidad de que sepa con seguridad si están cumpliendo o no es baja.
La Fundación Conflict Responses (Core) también ha recibido varios testimonios que permiten concluir que la aplicación de las normas internas y los castigos por violarlas es inconsistente en este bloque y puede definirse según los intereses personales de los mandos. En un caso, un exmiembro del Frente Franco Benavides se escapó del grupo porque su comandante había ordenado su muerte sin consejo de guerra y por celos de un ascenso que iba a recibir.
La relación con el resto del “EMC” también parece ser problemática, según fuentes cercanas al proceso de negociación. Esto en parte por su actuar militar y por las violaciones de los ceses bilaterales. Diferentes análisis de probables violaciones de los ceses han concluido que serían los frentes Carlos Patiño, Jaime Martínez y Dagoberto Ramos los que dentro del “EMC” más lo han violado. Esto, a su vez, implica problemas de cohesión interna entre el Bloque Occidental y el resto de la organización.
Con este panorama tan difícil, entonces, ¿qué puede esperarse ahora? Existen, al menos, tres escenarios probables.
El primer escenario es que en los tres departamentos, con la suspensión del cese bilateral, el Estado se enfrente militarmente al “EMC” –como planea hacer a través de la Operación Cauca, por ejemplo– y que este grupo armado responda con sus propias acciones militares ofensivas también.
Este escenario podría verse semejante a lo que vivió la región entre julio y mediados de octubre del año pasado, cuando no había un cese bilateral y los ataques de la disidencia claramente aumentaron. Puede ser el más probable: incluso ya ha habido combates entre el Ejército y el Frente Dagoberto Ramos en Caloto y Corinto.
También es de esperarse un aumento en la intensidad del conflicto alrededor del Cañón de Micay, que ha sido un foco en las negociaciones por el plan de transformación que se piensa para esa zona. El gobierno ha querido tomarla militarmente desde el año pasado.
Para llegar a este escenario, hay dos caminos en realidad.
El primero es que ambos lados –Estado y “EMC”– abiertamente deciden atacarse. Se sabe que el gobierno ya ha hecho esto. Sin embargo, el Bloque Occidental de la disidencia no ha hecho un anuncio al respecto, por ahora.
El segundo es que el “EMC” opte por mantener el cese en todo el país desde su lado –como dijeron que hicieron durante la suspensión previa en 2023– pero que el Bloque Occidental siga con ataques ofensivos, como han hecho durante el cese bilateral, yendo en contra de las órdenes desde el resto de la organización.
Otro escenario es que el Estado avance con operaciones ofensivas contra el “EMC” pero que el grupo disidente solo realice acciones defensivas contra la Fuerza Pública.
Este es menos probable que el primer escenario porque no es el modo de operar del Bloque Occidental. Cuando se acabó el cese bilateral el año pasado realizó numerosas acciones claramente ofensivas como carrobombas, ataques con explosivos y hostigamientos contra la Policía y el Ejército.
Al mismo tiempo, es probable que el Bloque Occidental, con la suspensión actual del cese, crea que no tiene ninguna restricción y que puede atacar a las fuerzas estatales. Técnicamente tendrían razón; políticamente sería un desastre.
Este escenario no es muy diferente al primero, pero sirve para recordar que quizá lo más esperable es que los efectos de la reanudación del conflicto en la zona entre el Estado y el “EMC” caigan principalmente sobre la población civil. Los combates entre la disidencia y las fuerzas estatales pueden llevar a desplazamientos y confinamientos.
El aumento esperado de la actuación de la Fuerza Pública puede llevar a que las unidades del “EMC” en la región aumenten su violencia contra la población civil, la cual ya ha sido bastante alta y sin consideración sobre su costo político. Esto es probable en el norte del Cauca contra las comunidades indígenas, pero también en el sur contra las comunidades campesinas, especialmente si el Plateado vuelve a ser el epicentro de la acción militar.
Los ataques del “EMC” contra la población civil durante el cese han sido tan frecuentes que incluso los indígenas del norte del Cauca han pedido que se levante el cese. Las cosas ahora tendrán que cambiar.
Este último escenario exige que la Fuerza Pública aplique tres lecciones aprendidas de la política de seguridad del gobierno anterior. La primera es que no se enfoque únicamente en ir detrás de “objetivos de alto valor”. El “EMC”, incluso con todos sus problemas internos, ha sido capaz de reemplazarlos y seguir en su camino de expansión y fortalecimiento, a pesar de perder a ‘Jhonnier’ y ‘Mayimbú’, los dos jefes previos del Bloque Occidental.
La segunda es más para todo el Estado y es que las comunidades indígenas afectadas por esta violencia tienen sus propias prácticas de control territorial que pueden ser apoyadas desde el Estado civil. Las comunidades tanto indígenas como campesinas que han sido victimizadas son un aliado clave y no se les debería ver como “disidentes de civil” ni un obstáculo.
La tercera es que la Fuerza Pública debe tener en cuenta la protección de la población civil, que está incluida en la nueva política de seguridad, pero se ha quedado en el papel. Esto es indispensable porque el peor escenario sería acabar el cese por los ataques contra la población civil y que su situación empeorara.
Comentarios: