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Foto: NC Noticias

La muerte de Duarte es más un golpe local que nacional *

Juanita Vélez y Kyle Johnson

31/Mayo/2022

La muerte de Gentil Duarte, el jefe que coordinaba por lo menos 16 disidencias en todo el país,  no significará un desorden interno en esas estructuras. Tampoco parece ser el gran golpe a su jerarquía, ni a su proyecto de “refundar las FARC”, aunque sus posibilidades de lograrlo siguen siendo bajas. Este es ante todo un golpe al Frente Jorge Briceño, que él comandaba directamente y que opera entre Meta, Guaviare y Caquetá. En esa región sí hay incertidumbre por el cambio en su liderazgo. 

Aunque las disidencias que coordinaba Gentil afirman que este es un golpe duro para ellas, no desmantela su jerarquía basada en la coordinación. En los casi seis años que llevaba intentando reconstruir las FARC y retomar “sus áreas”, Duarte llegó a coordinar estructuras disidentes en los llanos orientales; en la frontera con Venezuela; en el suroccidente (a través del Comando Coordinador del Occidente, en Valle, Tolima, Cauca y Nariño); en la amazonía de Putumayo, Caquetá, Vaupés, Vichada y Amazonas; y en el Sur de Bolívar. 

Estos grupos dicen tener un Secretariado y un Estado Mayor Central, instancias en las cuales toman decisiones colectivas. Sin embargo, parece que en algunos asuntos – como los financieros y acciones violentas dentro de los conflictos de cada uno – cada estructura tiene autonomía para tomar decisiones puntuales a nivel local. Más allá de una reunión a finales del año pasado entre varios jefes disidentes (el supuesto Secretariado nuevo), no es muy claro cómo funcionaba el liderazgo de Duarte y en qué se coordinaban estos grupos o en qué no. 

Lo que sí es claro es que él no era el único líder con un poder de unión entre las disidencias. Ese poder, de hecho, puede ser mayor en Iván Mordisco, jefe de la disidencia del Frente 1 en Guaviare y al parecer segundo al mando después de Duarte. Mordisco fue el que envió gente a Cauca, Nariño, Putumayo y Arauca para crear nuevas estructuras y fortalecer la coordinación con otras. Esto significaría que él tiene más nexos directos con diferentes estructuras que ahora entraría a coordinar, lo cual podría facilitar su liderazgo. Esto muestra que aún sin Duarte, el proyecto de unión de las disidencias sigue vivo. 

Igual, una cosa es querer unirse y otra es lograrlo de verdad.

Pero a nivel local, entre Meta, Guaviare y Caquetá – donde Gentil comandaba directamente el Frente Jorge Briceño – es más probable que su muerte tenga diferentes repercusiones. En esta zona, Duarte había ganado terreno al incluir dentro de su grupo a los frentes 40 y 62; había obtenido algo de legitimidad, sobre todo al adaptarse al negocio de la deforestación y al mercado de tierras que se abrió tras el cese del fuego del 2015; al trabajar con una parte de las bases farianas; al implementar una gobernanza bastante clara en sus zonas de influencia; y al capitalizar el incumplimiento del Acuerdo a través de un discurso de que el Estado nunca iba a cumplir lo pactado. Sin embargo, en varias ocasiones, estos intentos de ganar legitimidad no fueron exitosos al presionar demasiado a la población civil local.

De todas formas, todo ese trabajo acumulado será difícil de reemplazar en el Frente Jorge Briceño porque, aunque no está claro quién tomará su lugar en esta estructura, los comandantes más probables de hacerlo no tienen la misma capacidad ni calidad de liderazgo. 

Por ejemplo, con Duarte, ya “la gente siente un vacío” nos dijo una fuente que vive en San Vicente y no citamos por su seguridad. “Tenían la percepción de que con él (Duarte) se podía negociar. Ya había ciertas cosas más o menos establecidas por el tiempo que él llevaba de jefe, como las vacunas, que es lo que más afecta al campesino”, agregó. 

Al contrario, alias Calarcá, comandante del frente 40 – ahora llamado “Unidad Jhon Linares”- era un mando bajo financiero en las FARC-EP antes de la firma del Acuerdo y su tono ahora, como comandante disidente, frente al trato de la población civil ha sido mucho más coercitivo que el de Gentil. También, otro mando medio disidente, alias ‘Juan Carlos’, según varios pobladores locales, fue el responsable del desplazamiento de la comunidad indígena del Resguardo Yaguará II en septiembre del 2021 al llegar a imponer sus reglas de manera arbitraria y amenazante.

Duarte además tenía una red de contactos en el mundo legal, lo cual facilitaba la operación de su grupo. Sus posibles reemplazantes dentro del Frente Jorge Briceño específicamente no parecen contar con la misma red de apoyo dentro de la legalidad. 

Otro posible efecto local importante de su ausencia es la regulación que tenía sobre la deforestación. Gentil ponía las reglas bajo las cuales funcionaba este negocio en los territorios bajo su control, pero eran otros quienes trabajaban directamente en promover la tala dentro de un contexto de especulación de precios e informalidad de la tierra. 

Inicialmente fue muy permisivo y cobraba un “impuesto” por la compra y venta de tierras en lugares como La Macarena, Meta, lo que incentivaba la tala. Más recientemente, según algunas fuentes, llegó a poner la orden de pararla. Mientras mandaba en su zona, las reglas frente a este tema eran bastante claras, así cambiaran a través del tiempo. Su ausencia abre la pregunta de qué va a pasar con la gobernanza ambiental disidente en una zona que es un foco de la deforestación incluso a nivel internacional. 

Las disidencias vinculadas a Gentil recibieron un golpe fuerte pero más que todo simbólico al perder a su líder más importante. Lo que significará en términos de sus planes de “reconstruir las FARC” queda por verse, pero la información hasta ahora disponible indica que no será muy difícil pasar de un liderazgo a otro. Sin embargo, sus posibilidades – lidere quien lidere – son realmente bajas.

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