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Foto: Presidencia

De la ilusión al desencanto: Dos años de la paz total vistos desde varias regiones *

Fundación Conflict Responses

12/agosto/24

El 7 de agosto el gobierno de Gustavo Petro cumplió dos años. Sus apuestas principales han girado alrededor de las reformas sociales, económicas y políticas que ha intentado aprobar en el Congreso y sacar adelante la paz total. Ésta ha tenido dos elementos principales: la participación de las comunidades en la construcción del Plan de Desarrollo del gobierno, implementada en sus primeros seis meses, y la negociación o diálogo con los grupos armados y organizaciones criminales principales en el país. 

La paz total ha sido blanco de muchas críticas sobre varios aspectos, desde los ceses bilaterales, la falta de un marco jurídico de sometimiento, el otorgamiento del estatus político a grupos que muchos creen que no lo merecen y la situación de seguridad, que sigue crítica en casi todas las zonas afectadas por los conflictos armados, entre otros. 

Aunque la Fundación Conflict Responses publicará un texto breve con su balance de la paz total en estos dos años, con recomendaciones para corregir el camino en los siguientes dos, decidimos también hacerles tres preguntas a 19 líderes, habitantes y excombatientes de 12 departamentos afectados por los conflictos armados:

  1. ¿Cuáles eran sus expectativas frente a la paz o la paz total al comienzo del gobierno de Petro?
  2. ¿Cuál es su balance de la paz total desde su territorio después de dos años de este gobierno?
  3. ¿Cuáles son sus expectativas para los dos años que le quedan al gobierno?

De ellos, 14 votaron por Petro en las elecciones del 2022; tres no votaron por él; uno no pudo, pero hizo campaña por Petro; y otro no respondió. Siete son mujeres. 

Hicimos un esfuerzo de no preguntarle a “expertos” o “conocedores” de las regiones o los temas de paz. Algunos nos permitieron citarlos con su nombre, pero la mayoría pidieron que no.

No pretendemos que estos 19 líderes sean una muestra representativa de todos sus departamentos. Muchos de ellos aceptaron participar para poder visibilizar la situación de sus comunidades y porque quieren que su voz sea tenida en cuenta de alguna forma. 

Casi todos tenían altas expectativas de la Paz Total

De los 19 líderes consultados, 16 tenían expectativas descritas como buenas, altas o muy altas de la paz total al comienzo del gobierno de Petro. Incluso dos personas que no votaron por él decían que tenían buenas expectativas en esta materia. Sus razones en general eran algo variadas. Varios líderes mencionaron simplemente que esperaban que las cosas cambiarían para ellos y sus comunidades. Uno de Guaviare – donde ganó Rodolfo Hernández en la segunda vuelta con 54% de la votación – dijo que esperaba que “algo cambiara para nosotros los campesinos”. Una lideresa del Norte del Cauca afirmó que “esperaba un cambio importante”. Otro del bajo Putumayo, departamento que ganó Petro con 81% de los votos, dijo que sus expectativas eran “de cambio”. De Arauca, un líder señaló que esperaba “un cambio que beneficiara a la clase patria, a los humildes”. 

Más específicamente sobre la paz, las expectativas positivas giraban alrededor del Acuerdo de Paz del 2016 y de las nuevas negociaciones que se darían. Por ejemplo, Diego Ferney Tovar, un excombatiente de Caquetá – donde ganó Rodolfo Hernández con el 55% de la votación – tuvo expectativas en el Acuerdo del 2016. “Nosotros esperábamos que…se avanzara en todo lo que más se pudiera en la implementación del Acuerdo de Paz”. En ese mismo sentido respondió José David Ortega, del sur de Córdoba, donde ganó Petro con el 62% . Dijo que votó por Petro porque “apoyaba el Acuerdo de Paz con las FARC y con Petro tenía la esperanza de que se iba a cumplir el Acuerdo…”. 

Otros líderes y lideresas tenían sus esperanzas más enfocadas en posibles nuevas negociaciones o diálogos. Un líder del sur del Meta, departamento donde ganó Hernández con el 63% de los votos, dijo que pensaba que este gobierno “iba a generar las condiciones para que diversos grupos pudieran entrar a un proceso de paz”. Una lideresa de la zona rural de Arauca afirmó que Petro era una “oportunidad de llegar a … una paz total por medio del diálogo”. Una lideresa de la zona rural de Tumaco fue más allá: “mis expectativas en términos de paz con el gobierno Petro eran que…ya los grupos armados dejarían a los territorios y…que se acabarían los enfrentamientos” por el territorio. 

Otros no tenían expectativas así de altas. Gloria Luna, una lideresa del Chocó dijo que eran “medias” pues veía razones para confiar en Petro por la paz – como su conocimiento y que “iba a tener en cuenta las lecciones aprendidas” de procesos previos – pero también que iba a haber resistencia de la “extrema derecha”. Edilma Cruz, expresidenta de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de San Vicente del Caguán, Caquetá, quien no votó por Petro, simplemente señaló que no tenía ninguna expectativa. 

La Paz Total va mal en sus territorios

De los 19 líderes consultados, 16 tienen una perspectiva negativa de cómo va la paz total en su territorio; dos se inclinan a un balance negativo, pero rescatan algo positivo; uno tiene un balance igualitario entre cosas positivas y otras negativas. Nadie tiene un balance en general positivo de la paz en su territorio. La mayoría de ellos vinculan de alguna forma la situación de seguridad en sus regiones con su visión negativa de la paz total. Algunos culpan a Petro por los problemas de la paz, pero otros a los grupos armados en los territorios o a fuerzas políticas de oposición que no han dejado a Petro gobernar, según su perspectiva. De los que votaron por Petro, todos menos tres tienen una visión puramente negativa de la paz total. 

Varios mencionaron las condiciones de inseguridad como su razón principal para tener un balance negativo de la paz total. Cruz, la lideresa de Caquetá, donde el proceso de paz principal involucra al comúnmente llamado “Estado Mayor Central”, incluyendo unidades que siguen en la mesa, afirmó que “el balance es muy negativo…aquí se sigue extorsionando, asesinando, boleteando..”. Un líder de Guaviare, donde hasta abril de este año el proceso de paz principal incluía al “EMC”, pero que ahora, en la gran mayoría de su territorio operan unidades que ya no están negociando, agregó que “No ha cambiado nada…es un engaño para el pueblo, ahí no hay nada serio…ahí están delinquiendo”. 

Un líder del pacífico caucano dijo que su balance es “negativo, sigue la guerra y el desplazamiento…en el pacífico”. En las palabras de una lideresa de Tumaco, “hasta ahora podríamos decir que es nefasto, se incrementó la violencia”. Eder Urieta, del Sur del Bolívar, señaló que “el balance de esa empresa denominada Paz Total es mínimo en mi región Sur de Bolívar…al día de hoy el grupo armado organizado de extrema derecha ha venido copando estos espacios”. Gloria Luna, del Chocó, reflejó un sentimiento semejante, “también está la situación, que pienso que influye, que la disputa en el territorio la están ganando los paramilitares”. 

Otros agregaron que los grupos armados involucrados en las negociaciones y los diálogos no tienen una voluntad real de paz. Un líder de Arauca, donde el ELN es el grupo armado más fuerte y tiene una negociación “congelada” con el gobierno, mencionó que los grupos en su territorio “no tienen ningún interés” de negociar. Una lideresa del mismo departamento también opinó que “no hemos visto de verdad una voluntad de parte de los grupos insurgentes”. Un líder del sur de Córdoba, donde operan las AGC, cuyo proceso acaba de anunciarse, dijo que los grupos armados ya han demostrado “que no tienen intenciones de una verdadera paz”. Eder Urieta, del sur de Bolívar donde operan tres grupos con tres procesos diferentes con el gobierno – el ELN, el “EMC” que sigue en la mesa y las AGC – afirmó que ve que estos grupos “priorizaron los negocios ilícitos antes que negociar la paz”. Una lideresa del Norte del Cauca agregó que “los grupos armados…no cumplen los acuerdos”. 

Algunos líderes también culparon al gobierno por el balance tan pobre de la paz total. Uno del Guayabero, donde el “EMC” que sigue en la mesa opera, afirmó que “no hay seriedad en las partes y no hay un compromiso del gobierno”. Otro de Huila, donde también opera la parte del “EMC” que sigue negociando, señaló numerosos “errores de las mesas”. Un líder de Catatumbo, donde tienen injerencia el ELN y el “EMC” que sigue en el proceso, dijo que por parte del gobierno, “hasta el momento no se evidencia nada, abandono total”. 

Algunas de las personas consultadas sí señalaron algunos aspectos positivos puntuales de la paz total, pero al tiempo, incluyeron otros más negativos. Tovar, el excombatiente de Caquetá, donde opera el “EMC” que sigue en la mesa, destacó que “hay aspectos positivos, en inversiones que se han hecho en sectores como salud, como educación, como vivienda, como agricultura”. Un líder de Putumayo, donde tiene injerencia la Segunda Marquetalia a través de los Comandos de la Frontera, dijo que “los balances de paz, por ahora hemos estado tranquilos, a pesar de la crisis. Pero no deja de existir la incertidumbre, el miedo. Quiero decir no es paz total”. Otro del sur de Córdoba señaló que “el gobierno está intentando sacar adelante la sustitución de cultivos de uso ilícito a través del PNIS… Así mismo, está reactivando los espacios de PDET.” Agregó que ni el ELN ni el “EMC” tienen voluntad de paz.

Pocas expectativas para el futuro

Frente a los siguientes dos años, 11 de los 18 líderes consultados (uno no respondió) tienen expectativas claramente negativas, o cero o poca esperanza. Unos cinco tienen expectativas que no son claramente positivas ni negativas, y sus razones son variadas. Dos líderes no tienen expectativas muy altas pero creen que son alcanzables. 

Cruz, la lideresa de Caquetá, simplemente dijo que “no espero nada, nadie cree en eso”. Otro de Guaviare opinó que “pésimas, ese proceso de diálogos o paz total no va para ningún lado…es un fortalecimiento a los diferentes grupos”. Otro del mismo departamento afirmó que “la paz la tendremos el día que uno se muera”. Un líder del sur del Meta también agregó que “se van a ir estos dos años de gobierno y no se van a ver resultados…es lamentable porque teníamos mucho optimismo”. 

Desde el Norte del Cauca, una lideresa afirma que no tiene “ninguna expectativa de que por parte del Gobierno algo vaya a cambiar”. Otra lideresa de la misma zona expresó que “no hay mayores expectativas sobre que estos grupos sí tengan voluntad de paz…de parte del gobierno no se puede esperar mucho más de lo que ya han hecho”. 

En Arauca, un líder dijo que “ahora esperamos que se de recrudezca el conflicto más de lo que estaba por acá”. Otro del sur de Córdoba mostró escepticismo frente a la paz, “porque los problemas que deberían resolverse para que no haya conflicto permanecen”. De Huila, otro afirmó que “de manera muy honesta, creo que no van a haber avances importantes en materia de desmovilización y reincorporación de actores armados.”

Sin embargo, otros líderes no fueron tan claramente negativos en cuanto a sus expectativas. Tovar mostró esperanza en que se sentaran “unas bases sólidas de la implementación del acuerdo de paz porque viene profundamente herido de seis años de no implementación”. Un líder del bajo Putumayo dijo que “las expectativas para los dos últimos años pues que hay que seguir en lo mismo…toca seguir apoyando porque pues pasar de la opresión oligarca a revolución socialista, no se pasará de la noche a la mañana”. Otro del Catatumbo espera que el gobierno “cumpla con los  compromisos que hizo, que haga llegar proyectos, programas, subsidios. Los diálogos de paz con los grupos armados ya que ésta región ha sido azotada por la violencia”. 

Otras dos lideresas – Gloria Luna del Chocó y otra de Arauca – tienen una visión menos abstracta. La primera espera que se busque “la forma en que quede amarrado lo que se logre avanzar en esos 2 años, tanto con los unos como los otros, para que en un próximo gobierno se continúen estas conversaciones”. La de Arauca espera que “quienes están en este proceso de paz (con el ELN) hagan una reflexión y puedan llegar a concretar acciones pertinentes”. 

Otros dos líderes tienen expectativas un poco más positivas. Uno del pacifico caucano espera que “que se haga un buen proceso de paz no con las disidencias…y que también participen las víctimas del conflicto armado en Colombia” en los diferentes procesos de negociación. Eder Urieta, del sur de Bolívar, espera que “se pueda dialogar con el grupo de extrema derecha y se llegue a feliz término dicho diálogo”. 

La visión de 19 líderes

Los líderes consultados para este texto son de 12 departamentos afectados por los conflictos armados. La gran mayoría tenían expectativas altas en el gobierno de Petro – incluso algunos que no votaron por él – pero su balance después de 2 años es mayoritariamente negativo. Más de la mitad tampoco tienen buenas expectativas para los siguientes dos años; algunos son totalmente negativos; y un par tienen algo de esperanza puntual.

Es importante seguir rescatando las voces de los que han estado afectados por los conflictos armados en varias regiones del país, especialmente si la paz total sigue con el giro regional que parece ya tener. Este gobierno dice representar estas zonas del país, pero parece que por ahora, sus voces poco han sido incluidas en estos procesos de negociación o diálogo, a pesar de que cada uno dice que la “participación comunitaria” será central.




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